Mi primera entrada en el blog… y seguramente os preguntaréis por qué he decidido dedicarlo a un deporte como el fútbol.
El fútbol es más que un deporte. Es tradición. Desde muy pequeña mi padre me llevaba con él a ver los partidos... y he de confesar que en un principio pensaba que era la mayor tontería que se podía retransmitir por televisión: 22 señores en calzoncillos persiguiendo una pelota. Pero a pesar de mi reticencia inicial, seguía acompañándole.
Me enseñaba las tácticas de juego, las reglas... pero sobre todo me enseñó a apasionarme por un deporte que iba a marcar mi vida por completo. Llegó un momento en el que no necesitaba que me explicara qué estaba sucediendo en el terreno de juego, ni que me indicara cuál era la jugada que el equipo tenía que haber llevado a cabo para conseguir llegar a la portería contraria, porque yo sola era capaz de preverlo.
Desde entonces, el fútbol se ha convertido en un compañero de vida, si bien sólo como mera espectadora. Me gusta ver los toros desde la barrera, como se suele decir.
El fútbol es más que un deporte. Es inteligencia. Estoy convencida que en el deporte en general y en el fútbol en particular, la cualidad más importante para triunfar no es ni la fuerza, ni la resistencia, ni la velocidad. Por encima de estas aptitudes prevalece siempre tener un buen equilibrio mental, saber abstraerse de la visceralidad de los noventa minutos de juego y conseguir pensar fríamente qué necesita el equipo. De ahí que la inteligencia sea fundamental para lograr el éxito.
Además de inteligencia se requiere picardía, anticipación, rapidez mental y optimismo. Es imprescindible que los jugadores tengan espíritu ganador, y por qué no reconocerlo, también se necesita un punto de orgullo y de pedantería. Eso sí, sin pasarse.
El fútbol es más que un deporte. Es pasión. Porque cuando seguimos a un equipo nos emocionamos con sus goles, nos enfadamos con sus derrotas y nos frustramos si no consiguen cumplir sus objetivos. Los árbitros se convierten en enemigos íntimos y los entrenadores en los padres de la criatura.
Un buen partido de fútbol consigue sacar una sonrisa a sus seguidores por muy mal día que hayan tenido. El trabajo, los estudios... en definitiva, la rutina, supone agotamiento. Pero gracias al fútbol conseguimos aislarnos durante una hora y media. En ese tiempo no somos ni economistas, ni empresarios, ni estudiantes, ni profesores. Somos aficionados.
El fútbol es más que un deporte. Es unión. Nos encontramos a nuestro vecino en el rellano y le dedicamos un casi inaudible "hola", y a veces ni eso... levantamos las cejas y que se dé por saludado. En cambio, si esa misma persona nos acompaña en el bar durante un partido de nuestro equipo, en el momento de celebrar el gol de la victoria le abrazamos y exaltamos una amistad que aunque no existe, puede que se vaya forjando con el tiempo, en el transcurso de la liga.
Es unión porque no hay otro acontecimiento que consiga reunir en la plaza de Colón de Madrid a cientos de miles de personas defendiendo al unísono unos mismos colores, los de la Selección Española de Fútbol. Es unión porque durante los días que dure el Campeonato del Mundo de Sudáfrica, millones de personas se reunirán alrededor de un televisor para convertirse en parte fundamental del que seguro, pasará a ser uno de los acontecimientos del año.
Es unión porque el día después de la final de la Champions League escuchamos multitud de voces hablando del mismo tema en el metro, en el trabajo, en la universidad o en el descansillo de nuestro bloque. ¿Existe alguna otra cuestión sobre la que personas de todas las edades, clases sociales, ideologías y costumbres conversen de manera global? Quien pueda responder un sí, que trate de convencerme, por favor :)
El fútbol es más que un deporte, es vida. Porque en definitiva, algo que reúne todas estas cualidades va a sobrevivir a la tiranía de la moda, a la evolución (o involución) de las nuevas generaciones y a la convivencia con otras actividades que, en gran medida, tratan de imitarlo.
El fútbol, queridos lectores, guarda una analogía con la Coca-Cola: la receta de su éxito es prácticamente un secreto de Estado que muchos creen conseguir, pero siempre en vano. Existen, incluso, deportes que pretenden hacer sombra a la universalidad del fútbol, lográndolo con mayor o menor precisión, pero como afirmaba Walter Benjamin, una copia puede ser exitosa, pero pierde el “aura” del ejemplar original.
El fútbol, para mí, es “aura”.