Queridos míos, he de confesaros algo. Llevo varios días siendo blogger y necesito quitarme la presión que recae sobre mis hombros. En mis dos entradas anteriores no he dejado entrever mis colores... pero a la tercera va la vendida: soy madridista.
Sí... a pesar de que no vamos a disputar la final de la Champions aunque se celebre en nuestro
Espero que podáis apreciar mi esfuerzo por ser objetiva en cuanto a comentarios sobre los rivales se refiere... prometo que seré un as en el arte de disimular.
Y bien, después de abriros mi corazón, quiero confesaros otra cosa: en la útlima jornada de esta liga que llega a su fin... voy a romper a llorar. Os preguntaréis por que, probablemente. Pues... porque será el último día en el que el mejor jugador de fútbol de la historia se vista de blanco. Raúl, que padece una lesión de tobillo por la que tuvo que pedir el cambio justo después de marcar el que puede ser su último gol como madridista, tiene todas las papeletas de perderse las cuatro jornadas ligueras que restan para terminar la temporada. Y con ella, acaban las posibilidades del 7 de ser el capitán de un equipo que le necesita más que a una madre. No, es que Raúl es la madre.
El club no cuenta con él... sin saber que su aplomo, su saber estar, su tenacidad, su valor, su seguridad y su clase son imprescindibles en el vestuario de los de Chamartín. En fin, esperemos que dentro de un año no lloremos a un Raúl al que le quedan temporadas dentro de los terrenos de juego... eso sí, no en el Bernabéu.
No soy la única que opina así del 7 blanco... Tomás Guasch, de hecho, considera que Raúl ya ha dejado herencia para sus compañeros, como demuestra este vídeo.
Raúl González Blanco, siempre serás EL GRAN CAPITÁN.
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